jueves, abril 25, 2024
InicioAutotransporteEnfermera y Camionera: Sueño cumplido

Enfermera y Camionera: Sueño cumplido

Enfermera y camionera, dos profesiones distantes que se unen en una persona: Alejandra Aguirre. Una mujer joven, profesional y madre, que hizo realidad su sueño.

“Siempre me gustó manejar. Lo hago desde los 12 años cuando mi papá, José Luis, me enseño en su Jeep”, nos dice Alejandra.

Nativa de Merlo, provincia de Buenos Aires, y a los 20 años, Alejandra desempeñaba tareas de limpieza en el Hogar Martín Rodríguez de Ituzaingó.

Allí, se unieron los consejos de la directora del Hogar y de su propio padre, que la alentaron a estudiar enfermería y a superarse.

Primero como auxiliar para luego graduarse como Licenciada en Enfermería, en la Universidad Nacional de La Plata, y especializarse en Terapia Intensiva y Unidad Coronaria.

Como nada es casual en la vida, su primer trabajo la encontró en el Sanatorio de la Obra Social de Camioneros de San Justo.

Paralelamente, Alejandra armó su familia con un esposo camionero profesional, con quién tuvo tres hijos que ya la hicieron abuela por quinta vez.

El recuerdo de su padre, José Luis, y los primeros tiempos de aprendiz a bordo de un Scania «palanquero».

Enfermera y camionera: Aprender mirando

Acompañando a su pareja de aquél entonces y cuando los francos en su trabajo se lo permitían, su pasión por el volante volvió a nacer.

“Él me decía, ‘yo no soy profesor, pero que mira lo que yo hago’, y así lo hice”, dice Alejandra recordando sus primeras experiencias.

Alejandra tomó esas palabras al pie de la letra… “miraba y anotaba todo en una libretita, cada cosa que hacía, especialmente los cambios, las maniobras…”   

La experiencia dio resultado y cuando el trabajo y la ruta le daba la posibilidad, la Licenciada en Enfermería tomaba el volante.

“No era fácil, era un Scania 360 ‘palanquero’ y como todo camión tenía sus secretos para manejarlo, pero todo salió bien desde el comienzo”, recuerda. 

Las anotaciones dieron resultado y Alejandra fue ganando kilómetros mientras su esposo descansaba tranquilo y en ella empezaba a rondar la idea de ser camionera.

Concretar aquella pasión por el volante no era una empresa fácil, no había muchas mujeres camioneras y un ambiente machista parecían hacerlo imposible.

A pesar del panorama, Alejandra no se desalentó. Un día descubrió el curso que ofrecía la Fundación Profesional para el Transporte y allá fue.

“Trabajaba por la noche en el sanatorio y cuando terminaba me iba desde San Justo a Escobar para hacer el curso durante un mes y medio”.

“En el curso eran 16 hombres y una sola mujer: yo”. Pero fue importantísimo, el curso me dio herramientas muy valiosas que todavía me sirven”. 

“El primer trabajo llegó en 2017, en una empresa de correos donde había que manejar todo: una camioneta, un chasis o un furgón”.

“Me sirvió de mucho esa experiencia, pero sentí que no era lo mío. Ese trabajo tiene una exigencia que yo sentí que no era para mí”.

El curso de la Fundación Profesional para el Transporte, el brazo académico de la FADEEAC, le dio las herramientas que necesitaba para cumplir su sueño: convertirse en conductora profesional.

Un nuevo trabajo y una ruta fija

“En el 2018 apareció la oportunidad de presentarme en Cantarini, hice las pruebas en el predio de la empresa y quedé”.

“Al principio hacía trabajo local, pero poco después me dieron la ruta a Trelew y finalmente la que hago ahora. Buenos Aires-Tierra del Fuego”.

Apasionada por su profesión, en 2019 a Alejandra le “picó el bichito” de probar en el transporte de combustibles y lo logró.

Con el permiso de Cantarini, hizo su experiencia en Transportes Beraldi, pero el sistema de trabajo del transporte de mercaderías peligrosas no resultó como ella esperaba.

Después de tres meses, Alejandra volvió a Cantarini, a las rutas del sur argentino y al Scania 360 Opticruise que hoy conduce.

“Me encanta lo que hago, lo disfruto y pienso que si mi viejo pudiera verme (falleció en 1997), estaría recontento. Siempre lo sueño sonriendo”.

Además de enseñarle a manejar y alentarla a estudiar, su padre supo dejarle otros sabios consejos, pero referidos a la mecánica.

“Él me decía, ‘la música es linda, pero hay que bajar el volumen y escuchar tu vehículo, el motor, los cambios…’ eso me quedó para siempre”.

Aunque no tiene amplios conocimientos de mecánica, Alejandra sabe “escuchar” su camión. “Cuando vuelvo de viaje sé decirles a los muchachos lo que el camión necesita”. 

Esa aplicada costumbre de Alejandra le sirvió para no tener contratiempos. “Solo dos veces tuve problemas, pero siempre algún colega me dio una mano”.

“Esa es una de las mejores cosas de la profesión: la solidaridad”, nos dice Alejandra, quién también recuerda las enseñanzas de compañeros más expertos.

El hielo y la nieve, dos desafíos que Alejandra pudo afrontar con los consejos de un colega. Los camiones del sur, un trabajo y la ruta fija. La Patagonia y el Scania que asoma, su lugar de trabajo.

Aprender y aconsejar

Manejar un camión en las exigentes rutas de la Patagonia no es sencillo. “En el hielo se genera mucha adrenalina”, dice Alejandra.

“Los consejos de mi compañero Ariel Albornoz fueron fundamentales para poder andar en el hielo, atender a las sombras, a las nevadas, al viento…”

El clima del sur es siempre desafiante, en invierno o en verano siempre hay que estar atento a los cambios que muestra el cielo.

“Soy muy cuidadosa y cuando veo una fila de camiones ya paro, me bajo, estudio la situación y si hace falta, pongo cadenas”.

Respetuosa del camión, de las rutas y de las reglas que impone el transporte, Alejandra no camina un kilómetro de más. 

Cuando el reglamento y la noche lo imponen, la enfermera y camionera del Scania 360 busca un lugar seguro y para a descansar.

“Es una profesión hermosa, pero me gustaría que fuera un poco menos machista y que hubiera una mejor infraestructura para nosotras las mujeres”.

“Hacen falta mejores lugares para descansar e higienizarse, cada vez somos más las mujeres que nos animamos a cumplir el sueño de ser camioneras”.

“Cada vez que me encuentro con una camionera joven me pongo feliz. Trato de brindarles mi experiencia. Por suerte las empresas empezaron a tenernos en cuenta”.  

Faltan pocas horas para que Alejandra emprenda un nuevo viaje a “la isla”, pero está feliz, ella es enfermera y camionera, dos profesiones al servicio de la comunidad.   

Enfermera y camionera, sueño cumplido
Alejandra, el Scania y la Patagonia. Tres hijos, que ya le dieron cinco nietos, la mejor razón para volver
- Publicidad-

TE PUEDE INTERESAR