Desde que se hizo obligatoria la homologación de vehículos con modificaciones de la LCM original, fueron mucho más los problemas que las soluciones.
La norma, nacida en 2020 e implementada en 2022, exige que toda modificación de cada camión, remolque o acoplado, sea aprobada por un ingeniero certificado.
Si bien esto podría ser beneficioso, evitando las reparaciones caseras o la participación de chapuceros, resultó contraproducente para cumplimentar la RTO/VTV obligatoria.
Normalmente, los talleres que hacen modificaciones cuentan con personal certificado para avalar los trabajados realizados en cada unidad por fuera de la LCM.
De tal forma, con la Licencia de Configuración de Modelo o con la certificación del “taller modificador”, debería ser suficiente para poder realizar la VTV/RTO.
A pesar de ello, se exige una certificación extra, la cual debe ser expedida por AITA (Asociación de Ingenieros y Técnicos del Automotor).
Dicha certificación, ahora conocida como Informe de Configuración de Modelo (ICM), debe ser emitido por un Centro de Certificación o por un ingeniero certificador.
Lo contradictorio de esta homologación es que la mayoría de los talleres modificadores (o por lo menos los más conocidos), son socios benefactores de AITA.
Por ello, es bueno preguntarse porque la certificación de uno de estos talleres modificadores, no sirven a la hora de cumplir con la obligatoria RTO/VTV.
La certificación de AITA no agrega seguridad a los vehículos modificados, pero si costos extra. En efecto, la misma puede hacerse “a distancia” y con fotos.
En cambio, los “talleres modificadores” cuentan con profesionales idóneos que certifican de “punta a punta” el trabajo realizado, lo cual debería ser suficiente.
El afán recaudatorio en este Informe de Configuración de Modelo (ICM) ya causó numerosos reclamos a las autoridades que, al parecer, tendrá novedades.